Fue una de esas mañanas que me encontraba muy cansada, despedí a mi hija mas pequeña a la escuela y me quede con el mayor. El papå se encargo de darle desayuno y yo me encargue de regresar a mi cama a seguir durmiendo.

 

Después de una hora me desperté nuevamente, no había luces prendidas y el cielo gris de Alemania en invierno hacia que la casa se viera casi oscura. Encontré a mi hijo jugando y le pregunte:

“¿Estas solito?, ¿No hay nadie?” Se quedo pensativo un momento y después me contesto:

“Papå no está, Sophia no está, tía Carrie no está….. Estoy contigo”.

Un enorme sentimiento de culpa se me vino encima, está conmigo y yo ¿dormida?. Pero después lo abraza y le dije:

“Si estas conmigo! Vamos a hornear galletas juntos”

Mas tarde reflexionando en este incidente y me di cuenta que de la misma manera es con Dios, con la diferencia que el nunca duerme. (No se adormecerá el que te guarda Salmos 121:3) Mi hijo no estaba conmigo en el cuarto, estaba en otro lugar de la casa, no podía verme, ni escucharme pero no tenia miedo, ni se sentía solo, porque sabia que mamå estaba en casa.

Algunas veces quisiera tener la confianza de un niño para con sus padres, y saber que aunque no veo a Dios, ni lo escucho auditivamente, el esta allí…… Siempre. El está conmigo.

“No temas porque yo estoy contigo, no te desalientes porque yo soy tu Dios.Te fortaleceré, ciertamente te ayudare, si, te sostendré con la diestra de mi justicia” Isaias 41:10

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