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Hay algunas partes en la vida que parece que estamos atravesando un desierto. Un desierto en cuanto a las relaciones humanas, nos sentimos solos, incomprendidos, aislados dentro de nosotros mismos y algunas veces esto nos causa dolor. No sabemos ya mas que decir, o como preguntar o como adaptarte a situaciones tan difíciles. Y es entonces que ves una imagen en el autobús, en el metro o en la calle de una increíble conexión entre dos seres humanos que casi te saca las lágrimas.

Hoy me sucedió eso en el bus. En una parada se subieron dos ancianitos, la abuela llevaba un andador y apenas se podía sostener sin el, pero para subir al bus hay que soltarlo, subirlo y luego subir el pie. En este momento el abuelo, le tomo cariñosamente de la mano, ella se apoyo en él para dar el magnifico paso arriba y entonces el la guió hasta el asiento mas cercano y la paso el andador. Se miraron con amor y luego ella le hizo un gesto tan gracioso que lo hizo reír a carcajadas, mientra yo disimulaba la sonrisa.

Observe la escena conmovida, era como si nadie mas existiera en el bus mas que ellos dos, el era su apoyo, ella era su gozo. Me sentí tocada, no necesitaba saber este idioma extranjero para comprender el amor cuando lo ví a la cara. No había barreras idiomáticas entre ese escena y yo. Me sentí totalmente inspirada y pensé en el esposo querido que estaba trabajando no lejos de allí y pensé para mis adentros “así quiero que seamos cuando los dos seamos viejos”.

Lo hermoso en esta vida es que fuimos creados como seres sociales, para conectarnos, para aprender a confiar uno con el otro, para conocer la intimidad del corazon, para amar y ¿porque no? también para saber discutir, estar en desacuerdo en cuanto ciertas decisiones y aun así tener la seguridad que no seremos abandonados, rechazados, u olvidados.

Para mi eso es el matrimonio, una promesa, un voto para los días bueno y los días malos, para los caminos verdes llenos de cielos azules y los áridos desiertos donde lo único que te queda es esa promesa.

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Lo interesante de esta promesa en mi opinión es que no la deberíamos cumplir por lo que la otra persona es, si no por lo que nosotros somos. Es decir; ¿somos lo suficientemente valientes, decididos, entregados y honestos como para cumplir esa promesa porque la hicimos delante de Dios? ¿O dependemos solamente de lo que la otra persona es o hace para seguir caminando con seguridad con el deseo de cumplirla?.

La verdad es que en toda relación existen los desiertos, las noches oscuras, los días nublados donde no sabes realmente hacia donde mirar, o si tu corazón debe seguir creyendo, intentando, persiguiendo esa conexión tan valiosa que nos da el privilegio de tener intimidad. Son en estos días donde debes preguntarte, ¿Quien son yo, se cumplir mis promesas ante Dios o ante el hombre? y ¿Soy lo suficientemente responsable e integro para seguir cumpliendo mis votos?

Jeremías escribió en cuanto al corazón humano; “Engañoso es el corazón mas que todas las cosas, y perverso; ¿quien lo conocerá?. Yo Jehová, que escudriña la mente, que pruebo el Corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9-10)

La verdad es que nuestros votos no valen nade sin Dios. El es el único capaz de transformar el corazón humano, de darnos el valor, la honestidad, la perseverancia para seguir luchando por el amor y para atravesar cualquier desierto tomado de su poderosa y amante mano. Esta es su promesa;

“Bendito el varón que confía en Jehová y cuya confianza es Jehová, Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echara sus raíces y no vera cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequia no se fatigara, ni dejara de dar fruto.” (Jeremías 17:7,8)

Así que allí esta la respuesta, el secreto de toda relación humana esta en la confianza en Dios, en creer que él esta en el asunto de la restauración, de la transformación y de darnos la felicidad de la intimidad. El nos ama y como un padre amante desea siempre lo mejor para nuestras vidas. Cuando somos capaces de confiar en él, de poner nuestra fe en él, él promete que en tu año de la sequía por falta de amor, no te fatigaras, ni dejaras de dar los frutos del Espíritu.

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