¿Alguna vez necesitaste vacaciones después de unas vacaciones? Cuando llegaste a casa tan cansado que solo necesitabas relajarte, descansar, básicamente solo dormir. Me sucedió varias veces. Pero incluso entonces, desconectarse de la rutina diaria tiene un poder efectivo sobre nuestras mentes.

En los últimos meses, una amiga me dio un regalo que desplegó delante de mi una verdad hermosa en mi vida que me gustaría compartir contigo.

 

¡Se puede tener mini vacaciones en casa!

Más adelante te contaré cómo, pero primero permítame contarle la historia que cuenta Stephen R. Covey en su libro “Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas”.

Arthur Gordon, no tenia motivos para seguir en su trabajo, se sentía cansado, sin ánimo, casi en un punto muerto, la creatividad se le había escapado de las manos. Su entusiasmo se desvaneció; sus esfuerzos para escribir eran infructuosos y su situación empeoraba día tras día. Sus días estériles se prolongaron hasta el punto en que se dio cuenta de que necesitaba ayuda.

Se dirigió a su médico, que no encontró nada físicamente negativo con él, pero le hizo una pregunta:

“¿Dónde fuiste más feliz cuando eras niño?”
“En la playa, supongo” contesto Arthur
“Creo saber que te puede ayudar ¿Puedes seguir mis instrucciones por un día?”
“Creo que puedo”
“Entonces quiero que conduzcas a la playa por un día, tomes algo para comer, pero no puedes escribir, leer, hablar con nadie o llamar a alguien y te daré las recetas que debes  tomar cada tres horas”.

Arthur hizo lo que le dijeron, estaba listo para hacer cualquier cosa, para sentirse mejor. Cuando llegó a la playa, abrió su primera receta para encontrar un documento que decía:

“Escucha atentamente”.

Pensó que el doctor se había vuelto loco, había descartado la música, el teléfono, la conversación. Además del sonido de las gaviotas y el agua, ¿qué más había allí?

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Pero él hizo lo que le dijeron y pronto descubrió que si escuchaba atentamente, había una fracción de un momento en el que todo se detenía. En ese instante de quietud, los pensamientos acelerados se detenían y la mente descansa. Pronto se encontró a sí mismo pensando cosas más grandes que él mismo y sus problemas.

La segunda receta que abrió al mediodía decía:

“Trate de volver atrás”.

A Arthur esto le pareció extraño pero empezó a tratar de recordar memorias que lo habían llenado de felicidad en ese lugar. El primero que se le vino a la mente, fue al lado de su hermano pescando. Su hermano había muerto en la Segunda Guerra Mundial. Al final de esas horas se dio cuenta de que las personas felices generalmente eran personas seguras y confiadas, y si podía regresar y tocar esos momentos de felicidad, ¿podría encontrar algún tipo de poder y fortaleza en ellos? Tocar su felicidad pasada lo hacía  olvidar todas las preocupaciones de su presente y esto en sí mismo era maravilloso.

La tercera receta decía:

“Reexamine sus motivos.”

Y ahí es cuando comenzó el desafío. Se sintió a la defensiva al principio, pero luego se dio cuenta de que sus motivos estaban equivocados, al principio su trabajo había sido divertido, libre, casi alegre, pero últimamente su trabajo se había convertido en su forma de ganar dinero, para pagar cuentas. El sentido de servir a las personas, ayudar a los demás, se había perdido en su carrera contra el tiempo tratando de cubrir sus responsabilidades financieras. Se dio cuenta de que si sus motivos eran incorrectos, nada podía ser correcto. No importa cuán duro o simple sea el trabajo que se haga para ganarse la vida, no importa si eres Ama de casa, Medico, Enfermera, Pastor, Mecánico siempre que se esté preocupado por servir a otros, tendremos un sentido de propósito. En cambio cuando nos preocupamos solo por nosotros mismos, todo se hace menos bien y hay veces de mala gana.

El día casi terminaba cuando Arthur leyó su última receta:

“Escribe tus problemas en la arena”.

Con un concha de mar en la mano, hizo lo que le ordenaban y se alejó. La marea alta pronto iba a borrarlos todos.

Los pequeños descansos como los que tomo Arthur en la playa, son poderosos, refrescantes y te hacen conectar con lo que está adentro. Pero a veces no podemos tenerlos a menudo y menos por un día completo para reflexionar de esa manera. Pero he descubierto en los últimos tres meses un secreto. Puede tener algunas vacaciones cortas en casa. Incluso si eres padre, o madre solo necesitas fijarte una hora.

Mis amigos Carrie me visitó durante los últimos meses y al final del día venia a la sala de estar y servía dos copas de crystal con jugo de frambuesa, lo llamaba nuestro “vino vegetariano”. Mis niños estaban dormidos, mi esposo estaba en un largo viaje a otro país y la casa estaba tranquila y silenciosa. Poníamos nuestros teléfonos a un lado y usábamos unas sillas cómodas y blancas herencias de mi cuñado para recostarnos.  Hablamos, o callábamos ante la llama del fuego en el invierno largo de Alemania que nos hipnotizaba contento.

A veces nos volvíamos a reconectar como amigas, otras veces nos reconectamos con nuestros sueños, nuestros deseos para el futuro. Estos momentos nos daban un marco para internalizar nuestras reacciones positivas o no muy positivas ante las tareas diarias a lo que había sucedido en el pasado y nuestros deseos para futuro.

Así es como descubrí que es importante tener momentos de quietud en casa. Y cuan sencillo podría ser reconectarse con tus amigas, pareja, o corazón en medio de la rutina diaria. Son como unas micro vacaciones en casa. Muchas veces no es necesario solo sentarnos y conversar, la oración no puede fallar. Pero también podrían hacer pequeñas cosas que te generen alegría. Por ejemplo, ayer fui a patinar, el día antes de ayer a dar un corto paseo en bicicleta por el bosque detrás de mi casa.

Por ultimo he comprendido que las mini vacaciones en el hogar son necesarias no tanto por lo que ves, o dices, o guardas para ti, sino por lo que te hacen ver dentro de tu alma y como te reconecta con tu corazón.

“Examíname oh Dios y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” (Salmos 139:23-24)

Dedicado a mis nuevas amigas en España

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