Jonathan es mi hijo y tiene nueve años. A su temprana edad él ha tenido la habilidad para enseñarme muchas cosas de la vida. De acuerdo a la madre Teresa de Calcuta, los niños son los mejores profesores y creo que como madre de dos pequeños estoy totalmente de acuerdo con ella. Son ellos los que tienen una extraña habilidad para ver las cosas de este mundo con la mirada clara de la inocencia y la pureza de sus corazones blancos.

Una de las cosas que me ha enseñado mi pequeño es la importancia de saludar a la gente y hacerlos sentir que son valorados, que son vistos, que se reconoce su trabajo y deben ser apreciados.

En esta etapa de su vida Jonathan tiene un vivo interés en los medios de transporte y su gran aspiración de niño es que de grande quiere ser conductor de un tren o de un avión o de un bus. Así que siempre que bajamos o subimos a ellos se esmera y muchas veces me arrastra de la mano hasta la cabina para saludar al conductor. Algunas veces tenemos que ir al puente mas cercano a ver el tren pasar con velocidad sobre los rieles fríos, mientras el extiende su mano.

unadjustednonraw_thumb_7b85

Los saluda con tanto entusiasmo que me contagia fácilmente y su gran sonrisa me recuerda que realmente sin ellos no iríamos a ninguna parte.

unadjustednonraw_thumb_7c5b

Algunas veces los conductores lo saludan de regreso y sonríen, me miran a los ojos y me sonríen a mi también. Tal vez piensan que fue iniciativa mía, o tal vez desconocen de la fuerza de un niño sobre el corazón de una madre que hacen cualquier cosa que parezca absurda con tal de verlos sonreír. Algunas otras veces cuando Jonathan los saluda, lo ignoran ocupados en los controles, o los pasajeros, en abrir y cerrar puertas o en los oficios comunes de los conductores.

Cuando Jonathan recibe un saludo de regreso, se pone muy feliz y me dice:

“Mama, él fue bondadoso.”Cuando no lo ven, me dice sin dolor en su voz:

“Estaba ocupado mama.” Y se conforma diciéndole adiós a los pasajeros que lo ven sonrientes por la ventana.

Lo que me gusta de Jonathan es que nunca se da por vencido y sigue saludando no importando el día o las circunstancias. Y muchas veces a través de sus hechos he recibido muchas sonrisas de desconocidos. Jonathan todavía tiene mucha Fe en la benevolencia de la gente. Cree en ellos y valora su trabajo.

unadjustednonraw_thumb_7bb1

Y tal vez todos nosotros debamos de tener la confianza de un niño. Jesucristo dijo; “Si no fueres como niños no entrareis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3) No tengo la menor duda que en nuestra relaciones interpersonales se necesita fe, se necesita confianza, se necesita ver mas allá de las nubes grises y creer que el cielo todavía es azul aunque nuestros ojos no lo percaten en el momento.

Se que es difícil volver a confiar como un niño después de que el corazón ha sido roto. Pero también se que a través de las maravillas del mundo podemos tener la seguridad, la confianza y la Fé suficiente de que Dios nos ama. Después de todo El creo ese cielo tan azul y a través de los inviernos grises nos hace comprender como valorarlo. Como regocijarnos ante tanta majestad.

5dpegydjtuwaoey9nien5q_thumb_6330

Tal vez de esto se trate la Fé, de creer en El aunque no lo vemos, con la certeza de que existe, de que nos ama, de que desea lo mejor para nosotros a pesar de que le hemos fallado cientos de veces. Es a través de Su amor que tal vez podamos recuperar la Fé en las personas que nos rodean, pues es en la seguridad del amor que podemos volver a creer, volver a tener Fé y llenarnos la vida de Esperanza.

Mi querido lector, y ¿Porque no intentar hoy? y ¿Porque no tener un poco de Fe en el Creador y El que nos da la vida? ¿Porque no pararnos un momento para ver lo bueno que El nos ha dado a través de su gran amor? Nunca es demasiado tarde para la Fé.

Siempre hay un primer día y ese día puede ser tuyo y mío hoy.

Leave a Reply

Wait! we have a specials offer

Get Your Ebook

FOR FREE

Obtenga su libro electrónico GRATIS