Fue uno de esos días que recordaría toda la vida. Pero la mañana fría nació como cualquier otra, sin yo presentir lo que sucedería en unas horas.

Era invierno en Alemania y el cielo vestía su típico gris. El sol se había ocultado ya por muchos días y una lluvia fría caí esporádicamente sin lograr convertirse en nieve. La nieve siempre he pensado hace al invierno mágico, sin embargo esta lluvia esporádica convertía mi estacionamiento de tierra en lodo.

La rutina de la mañana empezó como cualquier día. Dejé a mi niño en el colegio a las 7:40 am y me dirigí al gimnasio para hacer mis ejercicios diarios. Los largos inviernos y mi terror al frío me habían hecho recluirme en las cuatro paredes de un gimnasio. Extrañaba el verde del bosque detrás de mi apartamento donde corrí en el verano. Pero ese día el bosque era frío, y desnudo, pues todas las hojas de los arboles habían caído ya.

En la mañana temprano le había rogado a mi esposo r que me dedicara dos horas para hacer algunas compras navideñas a las que se negó en otorgarme y me dijo con voz seria y firme: “Me voy al trabajo, nos vemos a la noche”. Cuando hablaba así, sabía que no habría forma de convencerlo, así que me resigne a esperarlo.

Llegue a la casa después del ejercicio triste. Algo inusual después de sudar por más de media hora, pero venía recordando las palabras de mi esposo y después de un baño se me tumbó todo el animo mañanero.

Puse a un lado todo el trabajo que me esperaba ese día y decidí hacer lo que generalmente nunca hago en las mañanas; volver a la cama. Me dormí casi inmediatamente y soñé a mi madre despertarme con un beso. La dulzura de ese beso fantasma me hizo abrir los ojos y la extrañé demasiado. Tal vez, como una hija extraña a su madre que vive al otro lado del océano Atlantico y la ve poco. Pensé en hablarle en ese momento pero calculé las siete de horas de diferencia de nuestros países y sabía que todavía estaría dormida. Así que me resigne a intentar de mandarle un mensaje de audio. Había prendido mi teléfono cuando tocaron a la puerta. No corrí a responder pues el recuerdo de mi sueño me retenía en cama. Solo quería a mi madre. Necesitaba de su amor me lo había dicho mi sueño.

Mis pensamientos fueron interrumpido nuevamente por otros golpes en la puerta. Pensé que era mi suegra y dije en voz alta: “Adelante”. Pero no entraba nadie. Entonces me vestí rápidamente y fui a abrir la puerta con la cara de recién levantada para llevarme la sorpresa de mi vida.

¡Eran mis padres! ¿Que hacían aquí? ¡Era imposible! ¡Nadie me
había dicho que venían! ¡Venían de sorpresa a pasar la navidad con nosotros!

Cuando los vi casi me desmayo y salté para atrás donde afortunadamente me
sostuvo la pared del corridor si no me hubiera caído.Luego grite de la emoción y corrí a abrazarlos. Contuve mis lágrimas. ¡Era increíble!.

Mi esposo pícaro se hallaba atrás de mi filmando todo. Era el cómplice perfecto en tan hermoso regalo. Me pregunto divertido: “¿Todavía quieres ir de compras?”.

Ya las fiestas pasaron y se abrieron los regalos, el año nuevo llegó y con el la partida de mis padres. Hemos terminado el primer mes del 2019, sin embargo el recuerdo de esta sorpresa todavía me llena el corazón.

¿Que sorpresas no esperan en el 2019? Nadie de nosotros lo sabe pero ojalá que a ninguno de nosotros nos encuentren dormidos.

“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” Mateo 24:44

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3 Responses

  1. Loved it! se te regresó el favor que nos hiciste en el verano de darle la sorpresa a Karen!!!!! no sabes lo feliz que me sentí cuando supe que tus padres irían a visitarte de sorpresa!!! te quiero mucho, un abrazo Fanny!

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